¿Conoces cuales son las zonas erógenas de un hombre?
En materia de sexo resulta imposible establecer un código que sea igualmente válido para todos los hombres. Cada persona es única, con diferentes gustos, imaginación, manera de ser y de sentir. Por eso cada cual tiene determinadas zonas que, al estimularlas resultan excitantes y despiertan el apetito sexual. Son lo que podemos llamar sus zonas erógenas. Aunque hay unas mismas zonas cuyas caricias dan lugar a una respuesta muy distinta según el individuo y el momento, las que se señalan a continuación se pueden considerar erógenas para la mayoría de los hombres. Figuran aquellas cuya estimulación genera una respuesta más liviana y sutil, y las que producen una respuesta más rápida e intensa.
La zona más sensible y con una respuesta más rápida a la estimulación corresponden a los genitales y, dentro de éstos, el pene. La zona más sensible del pene es el glande, que se encuentra en el extremo y queda al descubierto durante la erección (en posición relajada, el glande queda cubierto por el prepucio). Otras partes genitales también muy erógenas son el escroto y el perineo (zona que queda entre el ano y los testículos). Todas estas áreas se caracterizan por poseer muchas terminaciones nerviosas.
Otras zonas no genitales que son erógenas en la mayoría de los hombres son la boca, los lóbulos de las orejas, los pezones y el cuello.
Pero recordemos, tengamos presente, que dentro de la actividad sexual, la concentración y el deseo de placer son indispensables para convertir en sensual cualquier caricia. Por eso, el saber crear el clima adecuado debe considerarse un arte y es una condición imprescindible para gozar plenamente el sexo y, en general, de las sensaciones que cada parte del cuerpo tiene escondidas. En la relación sexual con otras personas, los preliminares constituyen una fase muy importante que ayuda a crear el clima adecuado y que también define dicha relación. Ahí reside precisamente la diferencia entre el acto sexual físico y la relación sexual amorosa.
Resulta de vital importancia el establecer un lazo invisible de comunicación con la pareja al momento de realizar el acto sexual, ya que de esta manera lograremos más fácilmente el tan anhelado acto sexual amoroso. Esto se puede lograr si ejercitamos y a la vez conocemos nuestras propias zonas erógenas mediante la autoexploración, pues así podremos llegar al momento del acto sexual con cierto conocimiento de cuales son las caricias que nos producen más placer y cuales no, pero sin olvidar que también resulta maravilloso el descubrir junto con la pareja diferentes sensaciones y porque no, tal vez zonas que ni siquiera imaginamos que nos puedan producir placer.
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